En 1956, la firma norteamericana Arnpex presentó el primer magnetoscopio que era del formato Cuádruplex, revolucionando la industria de la televisión. Consistía en un tambor rotatorio de cuatro cabezas sobre la cinta que se mantenía firmemente sujeta por medio de una guía de vacío. Se trataba de un sistema de exploración transversal de la cinta -las pistas grabadas eran perpendiculares al movimiento de la cinta-. Este sistema proporcionaba una gran estabilidad de la base de tiempos, sin embargo conllevaba una serie de desventajas como eran:
• Distorsiones geométricas como consecuencia de tener que conmutar entre cuatro cabezas. Esto se traducía en que la imagen se
segmentaba en fracciones.
• Había que ecualizar cuatro canales separados que había que igualar con precisión. Tras 25 años de servicios con continuas mejoras,
el formato quedó en desuso.
En un sistema helicoidal, la cinta se enrolla alrededor del tambor de cabezas en una de las varias formas posibles -alfa, omega, etc...- y se desplaza longitudinalmente. En un principio este sistema no fue aceptado a nivel profesional, empleándose exclusivamente en sistemas domésticos y semiprofesionales. La causa era que los errores de base de tiempos eran mayores que con la exploración transversal debido al menor ángulo que forman las pistas respecto a la dirección del movimiento de la cinta.
Con la aparición de los circuitos integrados a finales de los 70 e inicios de los '80 y los dispositivos digitales de memoria para la estabilización de la lectura de la señal de color -correctores de base de tiempos o TBCs-, los sistemas helicoidales irrumpen en el mundo profesional y desplazan definitivamente a los transversales, que dejan de fabricarse. Existen tres formas de arrollamiento helicoidal denominados alfa, omega y medio arrollamiento.
A mediados de los '80 comienza a generalizarse el uso profesional de sistemas de cinta en cásete que inicialmente se hallaban relegados a usos de ENG, puesto que estos proporcionaban ya una calidad equivalente a la de los formatos de bobina abierta frente a los que además aportan una reducción considerable de peso, ahorro de cinta y mayor facilidad de operación. Se consiguieron efectos de congelación de imagen y reproducción lenta.
La década de los 90 trajo consigo la revolución de los formatos digitales de grabación, lo que permitió la multigeneración de copias sin pérdida de calidad. Inicialmente se producen magnetoscopios digitales de grabación de señal de video compuesta y, posteriormente, de grabación digital por componentes que es la norma actual. No obstante, los principios básicos de un magnetoscopio no han variado tanto y aunque el siguiente paso sea la grabación digital profesional en formatos de disco a alta definición, la grabación magnética en video sobre cinta va a continuar todavía unos cuantos años más.
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