Mientras que en la imagen electrónica del mosaico está constituido por una matriz de elementos que ocupan una posición fija, en la fotoquímica los responsables de la formación de la imagen son los cristales de sales de plata fotosensibles y, en las emulsiones de color, las motas de pigmentos coloreados que se forman alrededor de aquéllos. La disposición de los cristales, de tamaño microscópico, es aleatoria aunque desde el punto de vista estadístico las técnicas de fabricación de la película garantizan una distribución de los mismos más o menos uniforme, de modo que no existan áreas de la imagen con mayor densidad de cristales -mayor sensibilidad- que otras. Lo que no puede garantizar ninguna técnica de fabricación de película es que entre fotogramas consecutivos los cristales mantengan las mismas posiciones relativas: cada imagen estará formada por un mosaico diferente aunque a escala macroscópica puedan parecer idénticas. Esta disposición aleatoria de los elementos de la imagen contribuye a la particular sensación de granulosidad que forma parte del look de la cinematografía.
El llamado look o aspecto característico de la imagen fotoquímica, y en especial la cinematográfica es el resultado de la combinación de varios elementos o características: la granularidad de la imagen, el rango dinámico de contraste y del espacio de color y la fórmula de reconstrucción del movimiento, que no coinciden con los habituales del vídeo y la imagen electrónica en general. Las diferencias entre cine y vídeo no estriban sólo en una cuestión de resolución.
El grano cinematográfico es el resultado de la aglomeración de cristales expuestos y revelados y/o nubes de pigmentos microscópicas que conforman los mínimos detalles que la película es capaz de resolver y da como resultado un patrón de ruido dinámico y aleatorio al no corresponderse la posición de dichos granos entre fotogramas consecutivos. En la imagen electrónica el mosaico mantiene elementos de imagen en posiciones fijas por lo que no existe la presencia de grano tal y como se entiende en cinematografía; bien al contrario, cuando las características de la imagen reproducida hacen que la estructura de la misma sea visible, el patrón regular de la imagen electrónica contribuye a la generación de un ruido mucho más aparente y molesto que en la cinematográfica.
La imagen electrónica, base de la televisión actual, supone técnicas similares a las empleadas en la cinematografía para poder representar imágenes en movimiento, pero existe una diferencia fundamental entre el cine y la televisión: la secuencialidad de la imagen y la coherencia, en el tiempo, de la misma. Esta diferencia, que se explicará a continuación, ha supuesto para la imagen electrónica en movimiento una pérdida de información que ha hecho que, tradicionalmente, su fidelidad con el original real sea menor que al emplear un soporte de registro fotoquímico.
Mientras que en la cinematografía la obtención de una secuencia de imágenes en movimiento se realiza mediante la exposición múltiple a intervalos regulares de tiempo del soporte fotoquimico de imagen siguiendo la misma técnica básica que se emplea en la fotografía, en la imagen electrónica la obtención de una secuencia idéntica necesita, además de la exposición de un determinado número de imágenes individuales suficiente para la reconstrucción del movimiento, de la exploración o barrido secuencial de cada uno de dichos fotogramas o imágenes, divididos en un mosaico de pequeñísimas unidades o puntos de imagen siguiendo un patrón exploratorio lexicográfico.
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